Quien se atreva con los retos gastronómicos y quiera dar de sí esos 45 centímetros de diámetro – ¿quién habla de paellera? – que se acerque este sábado 31 de enero al patio de la Ciudad, a eso de las 14:30 horas. Se requiere buen apetito y ganas de colaborar. El precio del ticket por persona será de cinco (5) euros, incluyendo bebida y plato de comida. Tanto en la Conserjería como en el Club Deportivo, el AMPA o el Centro Juvenil se podrán conseguir. Los Directores Pedagógicos también se encargarán de su venta. Todos los beneficios irán destinados al proyecto de “Las Mamás Solidarias del Colegio”, por ello velan los Salesianos Cooperadores y toda la Obra “Ciudad de los Muchachos”. Aprovecha la sonrisa, el último día para procurarse cuchara y plato será el 27 de enero.
Se celebra en una fiesta especial para el barrio y para la Obra, el bicentenario del nacimiento de Giovanni Melchiorre Bosco, que vino a este mundo un 16 de agosto del 1815, no en Vallecas, sino en I Becchi, provincia de Asti, Piamonte, Italia. Justo el 31 de enero, día de su fallecimiento, más un hasta luego que un adiós, en Turín. Sacerdote, educador, teólogo, escritor, saltimbanqui y paellero. Quien cierre los ojos y esté deseoso por participar, quizá no le importe imaginar a Mamá Margarita recorriendo las canchas en busca de hambrientos o a Juanito con la cara tiznada recordando en su alegre rostro esa satisfacción de ayudar a los más humildes. Este Valdocco vallecano tiene que disfrutar de la paella. Entre todos los que nos arrimemos haremos las veces de Santo y Madre, y las Mamás organizadoras ofrecerán un piscolabis para abrir bocas durante toda la mañana…
Para hacer una paella se necesitan ganas. Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua la paella es un plato de arroz seco característico de la región valenciana, generalmente salteado con carne, pescado, marisco y legumbres. Hay una segunda acepción, la de sartén, ancha, sin mango y a menudo con asas, no menos importante. El objeto da nombre al plato y no es casual, pues se lleva a la ebullición el caldo hasta su extinción, por eso su forma es ancha y aplanada.
Hay mucha variedad de arroces (a banda, negro, de verdura, fideuá) y de técnicas, pero lo importante es el acto. Un acto social en el que se reúnen familias y amigos habitualmente para festejar algún acontecimiento. Antiguamente en torno a un fuego, al aire libre, siempre con cariz de celebración. El trébede sobre el que se apoya la paellera debe colocarse equilibradamente. La madera se aconseja sea de naranjo por la autenticidad aromática que puede aportar al paladar.
Por momentos, el más crítico es, sin duda, el final de la cocción, cuando hay que conseguir una dureza y textura idónea – ¿quién habla de arroz?. El fuego es crucial, su control, su ritmo. El mundo de la paella está lleno de tópicos, paradigmas y costumbres. Quien no la coma con cuchara, para los más puristas, de madera, o quien no la tenga como centro de mesa, no propiciará la buena suerte. Cucharón para el arroz y las verduras, para la carne, el marisco o cualquier otra variante culinaria ni amarilla ni verde, con las manos. Cada comensal tiene sus propias preferencias.