Cuando un viaje de este tipo se acaba, al minuto ya estamos pensando en el siguiente. Así sucedió tras la magnífica experiencia de Salamanca y Ávila, pues ya estábamos deseando mantener esta bonita tradición. Las semanas previas, como es normal, la organización del viaje nos mantuvo ocupados: conversaciones con las familias, papeleos, reuniones, llamadas, preparación de visitas, materiales y actividades… pero todo ello compensó al ver las sonrisas desde el primer hasta el último momento por parte de nuestros chavales. También nos llena de orgullo que se haya batido el récord de inscripciones, puesto que ciento quince chicos y chicas de entre ocho y dieciocho años se apuntaron al viaje. Fueron dos autobuses que partieron el viernes por la mañana rumbo a Burgos, primera parada de esta aventura tan increíble.
¡Podéis ver algunas fotos! y… ¡el vídeo!
En Burgos, lo primero fue visitar el Museo de la Evolución Humana. Un poco de cultura nunca viene mal, por lo que pequeños y mayores aprendimos un montón de cosas sobre el ser humano. Después tocó reponer fuerzas y disfrutar de un rato de tiempo libre en el Colegio Salesiano Padre Aramburu de Burgos, el cual nos prestó sus instalaciones. Tras la comida, tocaba visitar el casco histórico de la ciudad burgalesa. Para ello, nos dividimos por secciones para conocer Burgos cada uno a su manera: la sección de Chiqui dio un paseo por las zonas más representativas, los Preas jugaron a hundir la flota en la Plaza junto a la Catedral, y los Ados y Jóvenes tuvieron que interactuar con la gente de allí para superar las preguntas.
Un rato de fotos grupales y de compras dieron por finalizada la visita a Burgos. Tocaba volver al bus para poner rumbo a Bilbao, concretamente a los Salesianos de Deusto, donde íbamos a estar instalados los próximos días. Anécdotas en el viaje aparte, conseguimos llegar finalmente a nuestro destino para cenar y reponer fuerzas tras muchas horas de viaje. Tras recibir el saludo de los salesianos de allí, tuvimos una visita especial, la de Santi Domínguez, el coordinador de los Centros Juveniles de España, que nos dio las Buenas Noches salesianas. Antes de ir a dormir tuvimos un buen rato para jugar a varios divertidos juegos (escondite, sardinas en lata, balón sentado) aprovechando las magníficas instalaciones y patios de Deusto. Los mayores disfrutaron del cielo estrellado antes de dormir, otro de los privilegios de viajes como este.
El sábado tocaba madrugar para conocer Bilbao a fondo. Tras los Buenos Días, partimos hacia el centro de la ciudad. Después de hacernos la foto grupal en el mítico “puppy” que está junto al Guggenheim, cada sección se marchó para ver los lugares de interés. Los mayores nos recorrimos la ciudad de una punta a la otra (¡25 kilómetros!) todos juntos, para enriquecerse de la experiencia a la vez que se divertían con pruebas de todo tipo. En Chiqui y en Preas nos dividimos por grupos para tratar de completar nuestra gymkana fotográfica a la par que nos divertíamos de las maneras más inverosímiles. San Mamés, el Guggenheim, las plazas, los parques, los puentes… nada se nos quedó por visitar. También nos dio tiempo a comprar un recuerdo para las familias, y en el caso de los Preas, hasta de hacer un momento formativo sobre el compromiso.
La mañana por Bilbao fue tan intensa que la comida fue bien merecida. Sin tiempo que perder, todas las secciones nos unimos a las actividades propuestas por los animadores del Centro Juvenil de Deusto: talleres, baile, cocina, teatro, competiciones deportivas, juegos en el centro juvenil… como si de una única familia se tratase, con el ambiente salesiano soñado por Don Bosco muy presente, disfrutamos junto a nuestros amigos vascos de todas estas actividades. Los mayores tuvieron un ratito de estudio ya que nuestras obligaciones no pueden dejarse de lado completamente, además de un momento formativo para reflexionar nuevamente sobre el compromiso.
Por la tarde nos acercamos a la iglesia del cole de Deusto, donde celebramos la misa todos juntos como familia salesiana. Después de la cena, cerramos el día con más juegos y actividades por secciones: juegos de ingenio para los de Chiqui, un cluedo para los de Preas, y risoterapia y deportes para liberar tensiones para Ados y Jóvenes.
Y aún faltaba el domingo. Tras madrugar, recoger todo y despedirnos de Deusto, tocaba viajar al este para conocer la preciosa ciudad de San Sebastián. Allí subimos en el funicular para poder visualizar por completo la magnífica Playa de la Concha. Las fotos grupales eran obligatorias para llevarnos un magnífico recuerdo de este viaje. La experiencia de subir la montaña en el funicular gustó a pequeño y mayores. Después de haberla visto, tocaba pasear por la Playa de la Concha, un paseo que sirvió para disfrutar, sentir la fuerza del mar y la calma de la playa, y saborear la sensación de estar al norte. Fue la guinda perfecta a un viaje increíble. El viaje de vuelta se hizo ameno gracias a las películas, las conversaciones sobre los mejores momentos del viaje, los karaokes, las aventuras que vivimos y las ocurrencias que nos hacían reír sin parar.
Sin duda alguna, este viaje ha sido una magnífica experiencia, de esas que no se olvidan. Por las ciudades que hemos visto, por las actividades que hemos realizado, pero sobre todo por lo que hemos compartido entre todos. Alegría, risas, secretos, historias, chistes, confesiones, palabras, y un sinfín de momentos, tanto fácil como difíciles, que nos unen como centro juvenil y como la gran familia que somos. Mayores y pequeños, animadores y chavales, salesianos y voluntarios. Todos disfrutamos, todos aprendemos. Y todos estamos deseando a que llegue el III Viaje de Citycentro. Gracias de corazón por hacerlo posible.