Otro año más, y ya van unos cuantos, la convivencia de principio de curso en Mataelpino ha sido todo un éxito. Más de cien personas entre equipo de intendencia, cocineros, animadores, y por supuesto niños y jóvenes de todas las edades hemos continuado con esta bonita tradición para pasar un fin de semana de esos que hacen unión en plena Sierra de Madrid.
Sabíamos que iba a llover, pero ni así las ganas de ir se iban a quedar en Madrid. Las caras de ilusión iluminaron los rostros de los participantes y de los que estábamos ultimando los preparativos en los días previos. Había muchas ganas de que llegara el sábado por la mañana para poder juntarnos en el albergue a disfrutar.
Así, por secciones, disfrutamos de numerosas actividades cada uno en su propia temática. La sección de Chiqui se lo pasó en grande con la temática de Pokémon Go. A primera hora de la mañana, cada niño debía descubrir qué clase de Pokémon era. Por la tarde, pudimos llevarnos un bonito recuerdo en forma de Pokéball gracias a un taller bastante chulo y creativo. También hubo un rato para sentarnos a reflexionar por curso sobre cómo somos, qué cosas nos definen y poder conocernos más entre todos.
El resto de la tarde tuvimos que enfrentarnos en busca de Pokémons legendarios, así como enfrentarnos para lograr enviar todos los mensajes y, por último, ya de noche, poner a prueba nuestros conocimientos en el gran concurso Pokémon. Por la mañana, la última etapa de nuestra aventura nos permitía superar y conseguir las ocho medallas de gimnasio del mundo Pokémon.
La sección de Preas jugó y vivió la convivencia sobre la temática de las redes sociales. Bajo el lema de “conéctate a la vida”, el primer juego consistía en elegir la app de tu vida tras ir pasando por numerosas apps: Marca, cocina, Tu Cara Me Suena, Shazam… de esta manera, íbamos consiguiendo “likes” y peleando por ser los más populares. Por la tarde, también hicimos un recuerdo, en forma de marco de fotos, para no olvidar nunca esta gran convivencia.
La tarde la completamos con un momento formativo muy interesante sobre la entrega a los demás: si es desinteresada, si somos capaces, si nuestra vida es luz para los demás. Por la noche pusimos a prueba nuestra inteligencia con un divertido Pasapalabra, y por la mañana nos tocó emplearnos a fondo en el juego del mensajero, especialmente útil si hablamos de redes sociales.
Por último, los mayores del centro (Ados y Jóvenes) tuvieron momentos compartidos y momentos adaptados a su edad, ambientados en la temática de los piratas. El objetivo nada más llegar fue encontrar el tesoro que le habían robado a Barbarroja. Nos pusimos el chubasquero y nos pusimos a surcar Mataelpino, ya que llovía a mares. Después de comer, el juego del Party nos puso a prueba en una serie de retos divertidos.
En el momento formativo cada sección se separó. Los Jóvenes reflexionaron sobre el tema del Domund y los misioneros, valorando si es fácil para nosotros ser misionero o salir de tus comodidades para darte a los demás, también sobre si acogemos o no. Los Ados salieron a la montaña en busca de un paseo que les ayudase a aclarar sus ideas. Por la noche, nos reunimos para jugar al Twister gigante y al linternazo, y por la mañana culminamos con el siempre entretenido juego de la Bandera.
Así es como se vive un fin de semana en Mataelpino, lleno de juegos, actividades, momentos de risa, de alegría, de unión, de agradecimiento. Tanto cada sección por separado como todos juntos hemos vivido momentos increíbles, y así lo agradecimos en la Eucaristía que celebró Arturo el domingo por la mañana. Podremos cantar muchas veces “Somos una familia”, pero queda demostrado que realmente lo somos.
Después de la Eucaristía, de disfrutar de la clásica paella de Manolo, y de volver a dejar el albergue como estaba antes de ponerlo patas arriba, tocaba, ya en el bus, contar los días para que el Centro Juvenil vuelva a abrir sus puertas. Porque como dice la canción, “no importa que llueva si estoy cerca de ti”.