Laura Quitana 2ºC

Comienzan los relojes a maquinar sus prisas;

y miramos el mundo.

Comienza un nuevo día.

 

Comienzan las preguntas, la intensidad, la vida;

se cruzan los horarios.

Qué red, qué algarabía.

 

Más tú, Señor ahora

eres calma infinita.

Todo el tiempo está en ti

como una gavilla.

Rezamos, te alabamos,

porque existes, avisas;

porque anoche en el aire

tus astros se movían.

Y ahora toda la luz

se posó en nuestra orilla.

Amén.