La formación de animadores iniciada el pasado mes de agosto ha tocado a su fin. Tras una primera semana en Arévalo y unos días en Peñaranda de Bracamonte allá por el mes de octubre, tocaba volver al pequeño pueblo salmantino para terminar de dar las clases que nos quedaban. El buen ambiente vivido en las dos ocasiones anteriores ha seguido reinando del 26 al 30 de diciembre, con lágrimas de emoción al despedirnos en el último momento.
No es fácil reunir a tanta gente para una formación de estas características, y menos en época navideña. Sin embargo, hasta Peñaranda de Bracamonte nos desplazamos animadores de 14 centros juveniles para terminar de recibir la fase teórica (plástica, educación ambiental, educación para la salud, legislación y sociología), además de convivir todos juntos en ambiente salesiano y en familia.
Las primeras horas nada más llegar al albergue tuvimos plástica y legislación. La primera nos sirvió para aprender actividades y formas de desarrollar la creatividad con materiales reciclados, mientras que la segunda nos proporcionó toda la información necesaria para no cometer ningún error legal a la hora de ser animador.
A partir de ahí, tocaba centrarse los días restantes en la sociología, la educación ambiental y la educación para salud. Así pues, aprendimos a prevenir el consumo de drogas entre los chavales, realizamos actividades para cuidar el medio ambiente, conocimos el pueblo donde estábamos instalados, aprendimos a entender la sociedad que nos rodea… todo ello gracias a los profesores que Alquite nos mandó para este curso, expertos en los temas pero sobre todo magníficas personas. Todo ello lo tuvimos que contar en un examen realizado a última hora para demostrar que podemos ser monitores con total seguridad.
También recibimos una visita esperada, la de Santi Domínguez. El coordinador nacional de Centros Juveniles no falla ni una vez para reunirse con los jóvenes, y en esta ocasión acudió al curso para traernos la “receta” del bizcocho para el año nuevo. Su presencia, sumada a la de las diferentes personas que han venido a colaborar como “equipo cero”, nos ha servido como guía y referencia a la hora de seguir el horario y de estar pendientes de todo. Destaca especialmente la labor de Francis, salesiana de La Mode, cuya entrega hacia nosotros se agradece por completo, así como su cercanía y cordialidad en todo momento.
Estos cinco días suponen el fin de la formación de animadores en este 2015. Han sido tres “aventuras” llenas de momentos bonitos, de juegos, de sonrisas, de canciones, de enseñanzas, de empaparnos de los que teníamos al lado. Las palabras que pudimos escuchar de boca de todos la última noche así lo decían. Ahora nos toca recoger la semilla y hacer que lo que hemos aprendido florezca en cada uno de nuestros centros de origen. Esa será la forma de hacer que el espíritu de Don Bosco siga vivo donde se necesite. Hay que seguir haciendo realidad ese “siempre alegres” que portamos con orgullo en el pecho.