Este fin de semana cerró sus puertas porque, como muchos ya sabréis, el equipo de animadores disfrutó de la experiencia de tener tiempo para reflexionar, convivir y desconectar en familia. Es lo que conocemos como Ejercicios Espirituales, y en esta ocasión nos hemos marchado a Sotillo de la Adrada.

El motivo de haber venido hasta este sitio, en la provincia de Ávila, quedó demostrado nada más bajar del autocar. El lugar era maravilloso, un albergue de las monjas agustinas de la zona, con diferentes casas, estancias y salas para convivir, así como para disfrutar de la naturaleza y encontrar un lugar donde reflexionar en paz. Por si fuera poco, no íbamos a estar mal acompañados estos días, ya que Sergio Huerta, amigo para muchos y referente para otros, dejó de lado sus quehaceres en los centros juveniles de Alcalá de Henares (Las Naves y Cisneros) para llevar las reflexiones de estos días.

Así pues, salimos el viernes por la tarde rumbo a Sotillo, dispuestos a aprovechar al máximo este fin de semana desde el principio. Tras instalarnos por la zona, aprovechamos para convivir y compartir vivencias todos juntos, además de hacer una breve oración a modo de buenas noches.

El sábado por la mañana fue el día más intenso, ya que tuvimos la oportunidad de reflexionar sobre varios temas, tanto solos como en grupo. Comenzamos la mañana reflexionando sobre el amor. Tras parar para comer y descansar un poco, por la tarde tocaba ver cómo hacemos para seguir a Dios, para culminar la tarde con la reconciliación personal, grupal y con Dios. Fue un día muy intenso, cargado de momentos, reflexiones y frases que quedarán para el recuerdo. Son muchas las cosas que hemos aprendido en el día a día.

El domingo fue el día de compartir con los demás todo lo que habíamos sentido y vivido estos días anteriores. Así, poco a poco, fuimos compartiendo por parejas nuestras impresiones sobre estos días tan intensos en la fe de cada uno.

Para culminar tres días maravillosos, era el momento de celebrar la Eucaristía junto a varios miembros de la Comunidad Salesiana y de los Salesianos Cooperadores de nuestro colegio, los cuales se unieron a nosotros para disfrutar del ambiente y alegrarnos con su presencia allí.

Así han sido estos tres días. De vez en cuando es necesario detener el ritmo frenético de nuestras vidas, para poder coger fuerzas que nos permitan continuar con nuestra labor. Porque como nos dijo Sergio, “odiar es para débiles, la gente fuerte ama un montón”. Gracias a los que han preparado esta experiencia desde hace meses, pues ahora estamos con más ganas que nunca de seguir entregándonos ciegamente a los niños y jóvenes de Citycentro.